Un cuarto en llamas, un modelo a replicar

Angélica Dass en Un cuarto en llamas

Un cuarto en llamas fue un espacio cultural autogestionado por y para jóvenes en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid. El siguiente artículo recoge los principios, experiencias y aprendizajes de este proyecto con el objetivo de tipificar un modelo replicable de participación juvenil en cultura.

Un cuarto en llamas, modelo de participación juvenil en cultura; por Daniel Valtueña.

Resumen: Un cuarto en llamas fue un espacio cultural autogestionado por y para jóvenes en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid que se desarrolló entre 2021 y 2023 a cargo del Colectivo Masquepalabras. Este artículo recoge los principios, experiencias y aprendizajes de este proyecto con el objetivo de tipificar un modelo replicable de participación juvenil en cultura. Unas condiciones materiales óptimas o un sistema de gobernanza horizontal fueron algunos de los principios de Un cuarto en llamas, cuyo modelo basado en la investigación, la profesionalización y la exhibición habilitó una actualización radical de la relación del ámbito cultural institucional con los públicos más jóvenes.

Bio: Daniel Valtueña es doctor en Estudios Culturales por The Graduate Center | City University of New York. Daniel es especialista en cultura española contemporánea. En 2022 recibió el Premio Alumni UCM Investigador en Artes y Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas por su trayectoria investigadora. Daniel ha participado en proyectos en la intersección de cultura y juventud como asesor para Matadero Madrid, jurado de la Fundación Nadine o coordinador de proyectos europeos para el Departamento de Juventud del Ayuntamiento de Madrid. Actualmente trabaja como consultor de proyectos culturales y profesor en IE University. En 2024 recibe la mención honorífica en la categoría de Cultura en los Premios Nacionales de Juventud que otorga el Ministerio de Juventud e infancia de España. 

¿Qué fue Un cuarto en llamas?

Un cuarto en llamas fue un espacio cultural autogestionado por y para jóvenes que ocupó la sala polivalente del Centro Cultural Conde Duque en Madrid entre octubre de 2021 y febrero de 2023. El proyecto fue puesto en marcha por el Colectivo Masquepalabras tras ganar una licitación en el marco de los Acuerdos de la Villa tras la pandemia de la COVID-19. Un cuarto en llamas eclosionó a partir del verano de 2022 generando una comunidad de jóvenes a su alrededor que inauguró un exitoso modelo de participación juvenil en cultura abierto a ser replicado. Durante meses se llevaron a cabo conciertos, exposiciones, talleres, laboratorios, recitales, coloquios, grabaciones y streamings, desfiles de moda, o performances por y para jóvenes siguiendo un modelo basado en la autogestión, la independencia y la profesionalización. Sin embargo, En febrero de 2023 tuvo lugar la precipitada salida de Un cuarto en llamas del Centro Cultural Conde Duque poniendo fin al proyecto tal y como estaba desplegado hasta entonces.

De chispa a ceniza: la brevísima historia de Un cuarto en llamas

El Colectivo Masquepalabras lleva trabajando en el campo de la acción cultural por la transformación social desde hace más de 25 años. Proyectos como Poesía o barbarie, Barrios o Caravana de poetas se caracterizan por reivindicar una cultura no hegemónica que aspira a descentralizar el acceso a la creación. Tras la pandemia de la COVID-19 el colectivo accedió al uso de la sala polivalente del Centro Cultural Conde Duque en el marco de los Acuerdos de la Villa aprobados por unanimidad por el pleno del Ayuntamiento de Madrid con un proyecto de gestión y dinamización cultural para jóvenes titulado La asamblea. Este proyecto nacía de la falta de espacios para la creación joven y aspiraba a convertirse no solo en un espacio de participación cultural, sino también de profesionalización. Masquepalabras aprovechó la cesión de este espacio público sin dotación económica para validar un modelo replicable de participación juvenil en cultura basado en la horizontalidad.
La sala polivalente del Centro Cultural Conde Duque es un espacio diáfano de más de 438 m2 con acceso desde uno de los patios del antiguo cuartel ubicado en pleno centro de Madrid hoy declarado patrimonio cultural. Las condiciones materiales del espacio unidas a las restricciones horarias para su uso solo hasta las 21:00 condicionaron desde el comienzo su orientación. La entrada del colectivo en el espacio tuvo lugar en octubre de 2021. A partir de entonces se inició una primera fase de implementación del proyecto en su forma original que tenía como objetivo validar la hipótesis vertida en la propuesta: la ciudad de Madrid adolece de una falta de espacios que promuevan la participación, creación y profesionalización cultural de la juventud. Durante estos meses tuvo lugar la conceptualización del proyecto por parte de un grupo motor de jóvenes estudiantes en prácticas en el Colectivo Masquepalabras con los que el proyecto arrancó de un modo preliminar.
A partir de marzo de 2022 tuvo lugar la activación de facto del espacio mediante una inversión de 20.000€ por parte del colectivo para su dotación técnica y acondicionamiento a través de un proyecto diseñado por los arquitectos Lys Villalba y Lluís Alexandre Casanovas Blanco. Su puesta a punto en términos materiales venía marcada por la orientación del proyecto por crear un espacio flexible, adaptable a la investigación, la profesionalización y la exhibición. Para la investigación, el espacio permanecía abierto durante las mañanas a modo de espacio de trabajo comunitario, compartido y colaborativo, para el desarrollo de proyectos creativos que pudieran o no exhibirse en el espacio. Para la profesionalización, Masquepalabras ofrecía asesorías sobre producción, comunicación o gestión cultural en forma de acompañamientos a los usuarios jóvenes asistentes. Para la exhibición, se organizaban actividades de jóvenes interesados generalmente en horario de tarde con el objetivo de testear los aprendizajes. Un cuarto en llamas contaba para ello con un equipo profesional estable a cargo del proyecto: una coordinación por parte de una profesional también joven que velaba como representante de Masquepalabras del buen funcionamiento del espacio, un técnico de sonido que aseguraba la calidad de las actividades realizadas y un conjunto profesionales de mediación para la resolución de conflictos, todos ellos remunerados. Este modelo dotaba así de una estructura al proyecto asegurando su buen funcionamiento.
A partir del verano de 2022 tuvo lugar una eclosión del proyecto con motivo de la popularidad acumulada en meses anteriores. Entre septiembre de 2022 y febrero de 2023 Un cuarto en llamas se convirtió en el espacio de referencia para la creación joven de la ciudad que aglutinaba a una comunidad de jóvenes absolutamente transversal. El carácter horizontalmente participativo del proyecto acompañado de un afinadísimo uso de las redes sociales por parte de los propios jóvenes involucrados en el proyecto tuvo como consecuencia el crecimiento del proyecto llegando a desarrollar más de 270 actividades e involucrar a más de 600 jóvenes durante los últimos 6 meses de duración del proyecto. En ese tiempo más de 15.000 personas pasaron por el espacio.
Esta misma eclosión coincide con la noticia sobre el fin precipitado del proyecto. La cesión de un año era prorrogable por un año más, es decir, hasta octubre de 2023. Sin embargo, tras la solicitud de la prórroga por parte del Colectivo Masquepalabras, el Ayuntamiento concede solamente cinco meses más de actividad hasta finales de febrero de 2023. La salida precipitada del proyecto viene justificada por la necesidad del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque de hacer uso de dicho espacio que no cede en el requerimiento de Un cuarto en llamas pese al éxito de la iniciativa. No será hasta el 3 de noviembre de ese mismo año que el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque haga uso de la sala polivalente de un modo efectivo con su proyecto Espacio POM (Point of Movement) en torno a la creación joven en danza y desarrollado por el colectivo de mediación artística Pedagogías Invisibles.
A partir de la salida de Un cuarto en llamas de Conde Duque el proyecto continúa activo a través de medios digitales gracias a los miembros más activos de la asamblea del proyecto, unos 100 jóvenes. Como consecuencia, Un cuarto en llamas ha desarrollado desde su salida de Conde Duque actividades que ponen en el centro el talento joven tales como A stage in flames en las fiestas de San Isidro 2023 o el laboratorio musical Este jardín es un bosque / Descampadas en el marco del Festival Sendas Ocultas de Villaverde, además de colaboraciones con foros como el Congreso de saberes de Tabacalera o Compromiso por el clima en La Casa Encendida.

Jugar con fuego: principios fundamentales del modelo de Un cuarto en llamas

Un cuarto en llamas configuró así un modelo de éxito en torno a la participación del público joven en el ámbito cultural institucional. El proyecto dio una solución clara a los continuos intentos por parte de las instituciones culturales de generar proyectos para atraer al público joven. A pesar del desenlace del proyecto, se presentan aquí sus aprendizajes de cara a la replicabilidad del modelo.
En este sentido, es necesario presentar el histórico de iniciativas que preceden a Un cuarto en llamas y con las que es imperativo compararlo. Desde hace más de una década han tenido lugar en Madrid proyectos culturales institucionales que se han propuesto a través de diferentes medios incorporar a la juventud en sus programaciones. Desde la gratuidad o las bonificaciones en el acceso a eventos culturales hasta la creación de comités de participación juveniles en el seno de museos, teatros o centros culturales se vienen desarrollando desde hace años iniciativas que pretenden asegurar el relevo generacional del público. Probablemente una de las iniciativas más veteranas en el último caso sea Equipo del Museo Nacional Centro de Arte Sofía que luego ha sido replicado en espacios como el CA2M o el ya desaparecido FESTeen Festival de Cultura Adolescente de Matadero Madrid que ha tenido su continuidad en el festival Puwerty de La Casa Encendida. Es justo poner en valor estas iniciativas al tiempo que reconocer cómo Un cuarto en llamas ha conseguido ganar la partida en torno a la atracción de público joven menor de 25 años mediante la creación de un modelo imposible ahora de ser ignorado.
Un cuarto en llamas fue un experimento que salió bien. Tras años de experiencia en el ámbito de la acción cultural, el Colectivo Masquepalabras consiguió todos los ingredientes para crear un espacio cultural por y para jóvenes cuyo éxito responde a una cuidada praxis de cómo alinear principios fundamentales para la creación de un proyecto independiente en el marco de un espacio de carácter institucional.
En primer lugar, Un cuarto en llamas aseguró el acceso a la cultura por parte de la juventud mediante un modelo participativo basado en la democracia cultural. Un cuarto en llamas puso en el centro los intereses de la juventud asegurando las condiciones materiales para llevarlos a efecto. La programación del espacio emanaba de la soberanía juvenil en lugar de descender desde la tecnocracia institucional. Ejercer la participación requiere de contar con los medios para poder llevarla a efecto: el espacio y los recursos materiales puestos a disposición de los jóvenes en el marco de este proyecto aseguraban el principio fundamental de equidad.
En segundo lugar, Un cuarto en llamas pensó dicha democracia cultural desde la multitud de aproximaciones que se producen hacia la cultura por parte del también diverso colectivo joven. Además de asegurar una programación cultural de interés para los jóvenes que naciera precisamente de sus propias iniciativas, Un cuarto en llamas trabajaba por la profesionalización de aquellos que aspiraban a desarrollar una carrera profesional en el sector cultural. Para ello Un cuarto en llamas ponía a su disposición recursos materiales y herramientas formativas que fomentaran su desarrollo profesional. Esta aproximación se distanciaba del trato a menudo paternalista de las instituciones hacia los jóvenes al entender que estos no son solo usuarios, sino también agentes culturales de pleno derecho.
En tercer lugar, Un cuarto en llamas contaba con un modelo de gobernanza compartido y horizontal en forma de asamblea que aseguraba los derechos y deberes de las personas participantes desde un punto de vista radicalmente democrático. Cada martes la asamblea se reunía para la propuesta y aprobación de las actividades del espacio. Una vez aprobadas eran posteriormente derivadas a las diferentes comisiones tales como la de comunicación o la de diseño gráfico que permitían de un modo sistemático cumplir con las exigencias de producción o comunicación de las diferentes actividades en el marco del proyecto. Este modelo a la vez empoderaba y responsabilizaba a la juventud usuaria del proyecto que podía ejercer sus derechos y acometer sus deberes gracias a recursos humanos estructurales en forma de la figura de coordinación, así como de la mediación ejercida por el colectivo.
En cuarto y último lugar, Un cuarto en llamas contribuía de esta manera a la creación de una comunidad de pares basada en los cuidados y la interdependencia y que, de manera indirecta, contribuía desde la cultura a acompañar a la juventud en retos estructurales a los que se enfrenta su generación tales como la precariedad laboral, la salud mental o la ansiedad climática.

Esperando al ave fénix: futuros posibles de Un cuarto en llamas

Estos cuatro principios definen un modelo a priori complejo, pero que se desarrolla de manera sencilla dada su lógica estructural. Proveer de las condiciones materiales necesarias a la vez que corresponsabilizar a los jóvenes involucrados a través de un sistema que se retroalimenta de los intereses, saberes y experiencias de la población joven que lo integra inaugura un modelo de éxito de participación juvenil en cultura. El grado de agencia es alto y consecuentemente los riesgos desde un punto de vista institucional son mayores. Sin embargo, el horizonte de posibilidades que el modelo de Un cuarto en llamas encarna se presenta como un recurso que podría garantizar además la muchas veces ignorada cultura promovida desde las instituciones.


Más información y documentación del proyecto: Un cuarto en llamas.